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El Papa advierte a los Estados que manifestar en público la fe no disminuye su legítima autoridad

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Juan Pablo II invita a los cristianos a «testimoniar con más fuerza la presencia deDios en el mundo y a llevar con la frente alta los signos de la fe»

Roma. Saliendo al paso de Gobiernos como los de España o Francia, que no logran encontrar un punto de equilibrio, Juan Pablo II calificó ayer de erróneo «pensar que las referencias públicas a la fe puedan menoscabar la legítima autonomía del Estado y de las instituciones civiles, o que promuevan actitudes de intolerancia». En otras palabras, que las políticas hostiles a la religión se apoyan en argumentos falsos.

En su carta apostólica «Señor, quédate con nosotros» sobre el Año Eucarístico mundial que se celebrará del próximo 17 de octubre al 29 de octubre de 2005 y que fue presentada ayer, el Papa invita a los cristianos a «testimoniar con más fuerza la presencia de Dios en el mundo y a llevar con la frente alta los signos de la fe. La Eucaristía promueve una cultura del diálogo», del respeto a los demás y de ayuda a los más débiles.

«Actitudes de intolerancia»

El Santo Padre considera equivocado «pensar que las referencias públicas a la fe pueden menoscabar la legítima autonomía del Estado y de las instituciones civiles, o que promuevan actitudes de intolerancia». Recordando su petición de perdón del año 2000, el Papa añade que «si a lo largo de la historia no han faltado errores en estas materias por parte de los creyentes, como ya reconocí durante el Jubileo, esos errores no se deben a las raíces cristianas sino, por el contrario, a la incoherencia de los cristianos respecto a sus raíces».

Subrayando que los actos violentos en nombre de Dios -como las Cruzadas o el ajusticiamiento de herejes- no eran conformes al Evangelio sino todo lo contrario, Juan Pablo II afirmó que «quien aprende a dar las gracias («eucaristía» en griego) como Cristo en la Cruz, podrá ser un mártir, pero nunca un verdugo».

El Pontífice elogiado mundialmente como defensor de los derechos humanos no admite que se intente limitar un aspecto fundamental de la libertadEstados laicos, pero no tiene nada que objetar a los Estados confesionales como son la mayor parte de los del Norte de Europa, el Reino Unido o algunos países musulmanes. El Papa defiende con todas sus fuerzas la libertad religiosa de los individuos de cualquier creencia y su derecho a manifestarla en público sin ser víctimas de hostilidad gubernamental. con argumentos falsos o acusaciones que pertenecen a tiempos pasados. La Iglesia católica prefiere los

Hace unos días acudieron a darle las gracias siete pentecostales, ahora ciudadanos americanos, que lograron salir de la Unión Soviética hace veinte años con ayuda de la Iglesia católica. En numerosas ocasiones, la Santa Sede ha denunciado la violencia contra judíos, hindúes o musulmanes, defendiendo el derecho a practicar su religión en público.

Publicado en Abc, Madrid, 9 de octubre de 2004